El furgón: Autocaravana Hanomag Henschel 406 D


Estamos en verano, época de vacaciones, viajes, etc y por ello, me ha parecido adecuado dedicar una entrada a un vehículo que nos dio muchas satisfacciones hace unos años. De siempre había ido de camping, desde joven, primero en moto con una tienda canadiense Ártiach pequeña que aún conservo, después en el dos caballos con mi mujer y en el Fura con mi hijo mayor Siempre me llamaban la atención las autocaravanas, tanto en los camping como en las carreras a las que iba (sobre todo las del Mundial de Motos), que eran ya impresionantes.

Así que a principios de 1987 me pues a buscar una autocaravana de segunda mano (porque nuevas eran muy caras para nuestra economía), y no recuerdo exactamente cómo encontré la de la foto de arriba, que estaba en Córdoba, en la nave de Grúas Jaime. Cuando la vi pensé que era una Mercedes como las de Correos, pero resulta que su marca era Hanomag Henschel  y el modelo, 406 D. Esta marca había tenido una larga trayectoria en la fabricación de distintos vehículos, y en los setenta, su división de autobuses y camiones fue adquirida por Mercedes. En concreto este ejemplar había tenido matrícula holandesa, y fue requisada en Algeciras, al parecer porque traía “costo” escondido en el aislamiento. Después fue subastada y Jaime Vázquez (el propietario de las grúas y que compraba vehículos de esta forma), la adquirió para un médico cordobés. En la foto, el lateral izquierdo,  con la gran puerta delantera, la ventanilla de la corina y una de las del salón traserio.

Esta foto corresponde al lateral derecho, con la otra puerta delantera, la de acceso al interior de la autocaravana y arriba la baca con el depósito de agua del cuarto de baño. Al matricularla, limitaron el PMA a 3500 kgs y las pazas a 9, de manera que se podía conducir con el carnet B, el normal de coche. Como por dentro estaba bastante deteriorada, la rehicieron, y quizás el error fue hacer los muebles con aglomerado de 1 cm, en lugar de madera de balsa u otra más ligero. Los muebles eran resistentes pero pesados. Después de alguna negociación sobre el precio y la forma de pago (en tres placillos), la compramos.

En aquella época mi amigo Juan Pérez (delegado la RFME citado en la anterior entrada), era gerente de ADA en Córdoba, así que hablamos y les preparé un dossier para que me “patrocinaran”, pues iba a asistir a carreras y les podía interesar. Y lo conseguí, me dieron algo de dinero pero sobre todo pintaron el furgón (así lo llamaríamos siempre en lugar de autocaravana). El interior lo limpiamos exhaustivamente y cambiamos cortinas y las fundas de las colchonetas.

Aquí aparece el furgón ya pintado, en una de sus primeras salidas, al Camping Guadalete del Puerto de Santa María. Se pintó de blanco, y en la parte delantera y mitad de los laterales llevaba solo dos franjas de distintos tonos de azules, mientras que en mitad posterior de los laterales, los colores y leyenda de Ayuda del Automovilista, entidad que entonces patrocinaba entre otros a un equipo del Mundial de Motociclismo, con Angel Nieto de director y Carlos Cardús de piloto en la categoría de 250 cc.

Aquí vemos la parte delantera, con unos grandes faros distintos a los que llevaban la Mercedes 406 D, la calandra con el símbolo de Mercedes (supongo que se lo añadirían los primitivos dueños) y en el techo, varios pilotos naranjas y dos bocinas de aire. Importantes los dos grandes retrovisores exteriores, a los que me tendría que acostumbrar, pues no tenía interior.  Los números de la matrícula están borrados en las fotografías porque creo que todavía sigue en circulación.

En la parte trasera, una escalera para subir a la baca y las dos ventanillas, que a mí me recordaron siempre los “ojos de buey” de los barcos. El furgón medía casi seis metros de largo, 2.50 de ancho y otro tanto de alto, así que conducirlo iba a ser como llevar un pequeño camión, algo que también me apetecía desde hace tiempo, y que es muy diferente a llevar un coche. Las cosas se ven de otra manera (más alto), hay que tener en cuenta el tamaño y el peso antes de decidir maniobras.

Pasamos al interior de la autocaravana, y en esta foto (que está algo oscura) se ve la parte delantera, sin variaciones sobre furgones similares. A la izquierda se ve el gran volante, tenía dirección “insistida”, o sea sin asistencia y bastante durilla ( a veces tenía agujetas tras un viaje largo) y el cuadro de instrumentos, incluido el sistema de arranque. Tras poner la llave de contacto, se tiraba hacia arriba de un mando y se colocaba el dedo en la cubierta de una resistencia. Cuando estaba caliente, se podía arrancar, pero como hiciera frío…. En el centro la radio, que tenía un ecualizador y dos grandes altavoces en los huecos laterales, entre otras cosas para intentar palier el ruido del motor, que estaba justo debajo, en el interior del habitáculo. El sillón del conductor era grande y amplio y al otro lado había una banqueta corrida donde podían ir dos personas (en la foto se ve una sillita de mi hijo mayor, con su volante). Además llevaba junto a la puerta del conductor y algo escondida, una radio CB, con la que podía conectar con los camioneros.

Brevemente os explico el interior de la «casita», que no era precisamente un modelo de aprovechamiento pero sí espaciosa y con muchos huecos. En esta foto desde el pasillo se ve a la izquierda la parte de la cocina (con la maleta de fotografía que tenía entonces), el armario y la nevera. Enfrente la parte delantera, que se separaba con una cortina y a su derecha estaba la puerta de acceso, que no se ve, mientras que si se puede apreciar la del cuarto de baño.

La cocina de butano de tres fuegos y el fregadero, con su ventana con mosquitera. En los viajes, el día de antes nos íbamos al Pryca con el furgón y pasábamos directamente las viandas desde el carrito a los armarios.

Una de las mejores cosas era la nevera, por poder llevar bebida fresquita, y como el vehículo era más bien lento, se agradecía tomar una cervecita en marcha. Por cierto, que no he dicho que el motor era de gasoil por supuesto, atmosférico (sin turbo) inyección mecánica, creo que de 1900 cc y daba algo más de 60 caballos. Con el peso que tenía el conjunto, era lento, pero seguro, irrompible. Llevaba una caja de cambios de cuatro velocidades, con la cuarta con un desarrollo más largo que en los furgones de carga, que conseguía una punta de unos 115 kms/h, y su marcha de crucero era sobre 90 kms/h. Eso sí, cuando llegaba una cuesta buena, había que subirla en segunda a unos 35 kms/h, porque un buen salto entre esta y la tercera. Al tener las ruedas delanteras muy cerca del frontal, maniobraba muy bien, cosa que luego he comprobado también con las monovolúmenes. Atrás llevaba dos pares de ruedas gemelas. Nuca pude cambiar una rueda yo solito, las pocas veces que pinché (afortunadamente una de las traseras), seguía con las restantes hasta un taller. Consumía entre 14 y 15 litros de gasoil a los 100 kilómetros. Cuando la compré tenía 134.000 kilómetros y creo que le hice unos 20.000.

Aquí el cuarto de baño, al rehacerla habían montado uno de barco, que estaba prácticamente nuevo y que…. nunca utilizamos, porque no funcionaba el depósito de arriba. Como casi siempre íbamos a camping, circuitos, etc, la verdad es que lo usábamos de almacen para las bicis de los niños y cosas grandes.

Y por último, el salón estar-comedor y dormitorio, situado en la parte trasera. Mi hijo Juande está justo encima de la mesa, que se podía bajar para convertirse en una cama bastante grande. En los laterales y parte trasera quedaba un sofá corrido donde sentarse para comer. Además había dos literas, que se ven plegadas en los laterales, que se enganchaban con unas cadenitas al techo y donde podían dormir dos personas más. Intimidad había poca, y la sensación cuando iba el furgón andando era como las literas de los trenes. En aquella época se podía ir durmiendo dentro de la autocaravana cuando iba en marcha, ahora creo que todos deben ir sentados y con el cinturón abrochado. Solíamos salir muy temprano en los viajes largos, parábamos debajo del piso y metíamos a los niños en la parte trasera, en pijama, con lo que hacían parte del viaje durmiendo.

Como siempre me ha gustado escribir, y por dentro el furgón recordaba algo a un barco, desde el principio escribí  un “cuaderno de bitácora” en  una pequeña agenda de anillas que aún conservo. En ella tenía anotado todo lo que había que meter en el furgón (comida, ropa, cosas de camping, linternas, herramientas, bicicletas, botiquín,  etc, etc, etc. Y además anoté casi tods las salidas de los primeros años.

Por ejemplo, la primera fue los días 13 y 14 de Junio del 87, con motivo de la XVIII Subida a Trassierra, donde estuvo chocado cerca del cruce del final, junto al parque cerrado. Allí hicimos fotos con el Lancia Delta Inegrale de Paulino Díaz, que llevaba publicidad de ADA, y retransmitimos parte de la carrera por Radiocadena Española, donde entonces hacía un programa de motor.

La segunda fue un mes después, al Puerto de Santa María, de donde son casi todas las fotos de arriba. La anécdota, que me paró la GC en un cruce y en los papeles el vehículo estaba definido como camión furgón, así que me pusieron una multa y me dijeron que pasarían notificación a Transportes, por “transportista Ilegal”. Al día siguiente, el Jefe Provincial de Tráfico de Córdoba, D. Pedro Alcántara (una gran persona y mejor profesional, q.e.p.d. ) me hizo el recurso y cambió la denominación en los papeles  a «vehículo vivienda», con lo cual a todos los efectos era como si llevara un coche particular con la vivienda a cuestas, aunque parecía un furgón comercial.

Otra de las primeras salida fue a la Baja Aragón del 87, con mis hermanos Fernando e Ignacio, y nuestro buen amigo Félix I. Hicimos un total de 1680 kilómetros, parando en Madrid a recoger una carpa hinchable de ADA. Por la noche nos íbamos turnando, dos delante (piloto y copiloto) y dos atrás durmiendo. Me dieron una pegatina de la organización, y en la primera asistencia de la mañana, la gente de los equipos me iba siguiendo hasta llegar a un prado de tierra. Al entrar el primero, y haber llovido la noche anterior, el furgón se quedó clavado en el barro. Unas veinte personas rodearon el furgón y empujando me sacaron. En otro tramo, en el desierto de los Monegros, vimos pasar a los participantes desde el techo. En la foto de arriba, en un paso a nivel con barreras, al llegar comenzó a bajar la carrera y para que no me diera en el techo, al no poder dar marcha atrás, nos quedamos entre la barrera y la vía. Ufff

Acudí a muchas carreras andaluzas, en algunas el furgón fue la oficina y a mi me servía para trasladarme y dormir, aunque el problema era el tamaño a la hora de aparcarlo en las márgenes de la carretera. La foto de arriba es del Rallye de Linares de 1988, también fui a  pruebas de motos nacionales e internacionales, y en vacaciones, lo disfrutamos con viajes familiares a la Costa Brava, Portugal, Extremadura, Sierra de Segura, etc.

Por supuesto también fui a circuitos, varias veces a Jerez a distintas carreras (la foto es de una del Mundial de Resistencia de Motos) y dos al Jarama. En la primera,  en el 87 dejé en los entrenamientos el furgón en un aparcamiento junto a la parte de arriba del circuito, en una sombra, y entré con un pase de Prensa. Al acabar los entrenos salgo y me encuentro a personal del club propietario del circuito, que se querían llevar el furgón porque decían que lo había puesto allí para que se viera el logotipo de ADA en la tele, y como eran competencia….En el 88 fui con Juan Pérez, y yendo él conduciendo por la Mancha, vemos a dos chavales en una Vespa matrícula de Sevilla, luchando contra el viento y algo de lluvia. Me fui atrás y por las ventanillas les indiqué que se metieran en el rebufo. Así hicimos más de cien kilómetros y al llegar a Madrid paramos en una gasolinera para repostar y casi nos abrazan. Luego dormimos en la explanada frente al circuito, y durante la tarde noche se acercaron varios a preguntarnos sobre averías o por si llevábamos recambios.

En los Grandes Premios de Jerez aparcaba fuera, y el furgón servía cuando hacía mal tiempo para reunirnos con mis hermanos y amigos que iban en moto, y también de almacén de monos y cascos mientras duraba la carrera. Después a la vuelta, saludando con la bocina a la gente que estaba en los pueblos.

De vez en cuando me paraba la GC a pedir los papeles y a decirme que tenía que llevar lo de Tara y PMA, pero al ser particular no hacía falta. Eso sí, pasaba la ITV cada seis meses, y allí también tuve anécdotas. La primera vez me dijeron que las bocinas de arriba tenían que pasar una ITV propia, así que las desmontaba cada vez que iba a la grande de Córdoba. Un sábado estaba cerrada y me fui a Lucena, la pasé perfectamente y cuando voy a acabar me dice el mecánico que toque el claxon… y no tenía. Le expliqué que había desmontado las bocinas y me dijo que tenía que pitar, y que enfrente había un taller con recambios. Menos mal que tenía la instalación del claxon original y solo tuve que comprar uno, por lo que volví, pité y la pasé.

Averías tuve unas cuantas, afortunadamente leves, como perder agua del radiador. Lo que hacía parar en cualquier pueblo y buscar el taller de ADA, por aquello de ser colegas. También me quedé sin gasoil un domingo por la noche en el centro de Córdoba, al volver de una carrera, pues el marcador del nivel no funcionaba bien. Mandé a mis hijos con mi mujer a casa en un taxi y llamé a los de ADA. Me remolcaron hasta la gasolinera y allí el patrullero tuvo que purgar los inyectores antes de volver a arrancar.

La verdad es que lo aprovechamos bastante durante tres o cuatro años, y además mis hijos lo usaban de cuarto de jugar cuando estaba parado, en el jardín de la casa de mis suegros (a los que desde aquí agradezco que me dejaran parking gratis). En el 92 casi no lo usaba, y se lo vendí a un amigo, expiloto de motocross y gran mecánico, que lo revisó a fondo, arregló el cuarto de baño, le puso una segunda batería solo para la “casa” y un cargador solar. Lo ha usado muchos años para excursiones y lo dejaba fijo en un camping durante el verano. Creo que sigue en marcha.

Bueno, quizás haya sido un tocho un poco largo, y sin demasiadas fotos, seguro que más adelante encontraré más. Ahora con los hijos mayores y fuera de casa, me apatecería volver a tener una autocaravana, más pequeña, tipo camper, pero con la crisis….

Hoy pensaba ir a Málaga a ver un rally de clásicos nocturno, pero no lo voy a hacer por un problema de salud de un familiar. Mañana si iré a Guadix, a la segunda cita del Andaluz de Velocidad.

Nos vemos, a descansar.

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Miguel dice:

    Me encanta el.post, lástima que me pillara muy pequeño…

    1. Gracias Miguel, creo que con el furgón también fuimos a alguna celebración familiar en Sevilla…

  2. Raúl Tendero dice:

    Efectivamente Jaime Vázquez Troyano fue el dueño de las extintas Grúas Jaime. De sus cuatro hijos fue el tercero, Marcos, el que tuvo verdadera afición al mundo del motor, haciendo sus pinitos en competiciones oficiales de motocross.
    Con respecto a D. Pedro Alcántara comparto a pie juntillas tu afirmación. Gran profesional y mejor persona.

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